Dublín 25 de diciembre
Mi querido padre Gailhac,
Hace tiempo que quiero escribirle.
Hay tanto que hablar con usted. Están sucediendo muchas cosas en el gran mundo,
El gran evento que tiene al mundo movilizado es la COP26. Nuestros líderes mundiales esperan ponerse de acuerdo para detener la destrucción en curso de nuestro planeta Tierra causada por el llamado desarrollo desenfrenado.
En una de sus cartas, usted escribió, y cito: «Nos corresponde trabajar con Jesucristo para transformar el mundo»
Esta afirmación es tan cierta hoy como ayer y lo seguirá siendo en las generaciones venideras. «Nos corresponde trabajar…» Cada uno de nosotros puede hacer su parte, cultivar su parcela del jardín de la Tierra. Literalmente. Tengo la suerte de tener un pequeño jardín con césped y algunas flores y arbustos. Este año he plantado tres árboles, dos están floreciendo y uno no ha sobrevivido.
Hay muchas pequeñas formas en las que contribuyo a minimizar la contaminación, caminando, usando el transporte público, haciendo compost, y mucho más.
«Nos corresponde trabajar con Jesucristo». Esa es seguramente la esencia de nuestra vocación. Cristo no tiene más manos que las nuestras, ni más pies que los nuestros. Me gusta mucho esa idea: somos el cuerpo de Cristo. Ese pensamiento me ayuda a ser tan feliz rezando por la gente como cuando estoy trabajando con y para ellos. Todas las noches, mientras se reúne la COP26, me uno a un grupo virtual de 20 a 21 horas; rezamos juntos en silencio, elevando a nuestros líderes a un nivel superior en el que el Espíritu Santo pueda inspirarlos, animarlos y apoyarlos.
«Nos corresponde trabajar con Jesucristo para transformar el mundo».Es una gran petición. Pero no imposible. El secreto de toda transformación comienza dentro de uno mismo, y eso es un esfuerzo diario. Durante el último año he vivido solo en un mundo pequeño con poca interacción. Sin embargo, he encontrado formas de transformar mi perspectiva. Las personas que encuentro en mis paseos, los animales, los árboles, todo se ha convertido en una parte real de mi vida. No siento que esté sola. A veces capto una mirada, provoco una sonrisa, intercambio una o dos palabras, doy una mano. La transformación está ocurriendo dentro y fuera de mí.
Ha llegado el momento de que termine esta carta para ti, con la promesa de una correspondencia más regular en el futuro. He leído muchas de sus cartas que me inspiran y reconfortan.
Marie Dominique Treacy RSCM